Reseña del libro “Acción Travesti Callejera Revolucionaria” y reflexión sobre la Revuelta de Stonewall, en el blog «Disidentecuerpa».

Acción Travesti Callejera Revolucionaria. Sylvia Rivera. Marsha P. Johson.

SUPEVIVENCIA, REVUELTA Y LUCHA TRANS-ANTAGONISTA
STONEWALL. REALIDADES Y FICCIONES.

Sylvia Rivera y Marsha P. Johson.

La edición del libro de bolsillo “S.T.A.R. Street Travestie Action Revolutionaries” (“Acción Travesti Calljera Revolucionara”) no es solo una ya una apuesta valiente y de precio mínimo (4 EUROS) de una pequeña editorial independiente sino un testimonio necesario en estos tiempos de fracturas y también nuevos desafíos y esperanzas de cambio en el seno de la todavía maltratada comunidad LGTBQ, sujeta a nuevos recortes que llevaron a luchas continuadas contra la violencia policial, la desatención médica o el oprobio de la entonces llamada “mayoría moral”. Lejos de la nostalgia o el documento ese libro hoy cobra la vigencia de un testimonio sangrante y una proclama a seguir adelante, a pesar del desprecio de sectores sociales que se han apartado de la línea de las autoras, bien sea la comunidad gay capitalina más capitalista, bien sea izquierda, todavía, en cierta medida, heterosexista y ombliguista o bien sea un movimiento racial todavía excluyente en cuestiones de género y diversidad sexual.

El inminente estreno de la versión del colosalista Roland Emmerich (“Indepence Day, “Anonymous”) de los sucesos de aquella época, precedida por el más que digno filme “Stonewall” de Nigel Finch (2000) y del libro testimonial de Martin Duberman (1993), viene rodeada de una polémica renovada: ¿Quiénes fueron las auténticas protagonistas de las revueltas de Junio de 1969, quienes se beneficiaron de ellas y cuál fue el desarrollo multilateral de todo aquello? ¿Cuales las ilusiones depositadas y qué propósitos se quedaron en el camino de la negociación acomodaticia de libertades para pocos? Hoy día cuando definimos ciudades como Burgos o Palencia como pre-stonewall quiere decir o queremos decir que no ha saltado esa chispa revolucionaria que lleva a considerar el 28 de junio de cualquier año como una fecha de lucha o posibilidad, como una fecha a apuntar en el calendario activista. O, en el mejor de los casos y para quién pueda costárselo, unos días para festejarlo en Madrid. Pero la pregunta incómoda que nos lanza este libro que da voz a las malogradas Marsha P.Johnson y Sylvia Rivera es que aquello no fue casi nunca una fiesta, sino un acto valiente de plantar cara no solo a la policía y el conservadurismo de la sociedad estadounidense sino también un grito de la trans latinas y las travestis callejeras contra el acoso y la corrupción de las llamadas “fuerzas de seguridad”. Es aquí donde la voz de Jennicet Gutiérrez interpelando a un presidente Obama, orondo por sus concesiones nupciales y ajeno a realidades de “la otra América” cobra un sentido de urgencia, de lucha por la vida y la dignidad, en plano real y simbólico, más allá de los dispositivos integracionistas o normalizadores que hace gala el Estado o las empresas o espectros comunitarios más oportunistas.

Su lucha, que costó la salud o la vida a mas de una de ellas (incluyendo a las autoras de este libro diminuto pero excepcional), hoy se ha visto disuelta en la memoria de un reformismo alarmante, una comunidad acrítica que, a su manera, empieza a reproducir los esquemas de exclusión por raza, corporalidad o clase social a un gran número de personas. Aquí y en los EEUU de Obama donde la trans indocumentadas, sin recursos nadan entre la precariedad, el acoso vecinal y la posibilidad del internamiento en centros especiales, que no son sino centros de tortura de permanencia indefinida. La brecha por la libertad abierta por Stonewall por estas mujeres trans o gays sin techo puede reflejarse más o menos bien en los filmes pero falta algo, las voces subjetivas, irónicas y desgarradas que recoge esta pequeña recopilación de entrevistas, diálogos airados, experiencias y manifiestos la Editorial Imperdible. Un libro pequeño pero brutal y bien documentado en su descripción de la pervivencia de la transfobia y el clasismo en una sociedad opulenta que solo da oportunidades vitales y sociales a una minoría blanca, casada y domesticada, dejando a gentes trans-fronterizas, combativas, críticas en la cuneta de los derechos humanos, que siempre han sido negociables bajo los esquemas del heteropatriarcado capitalista. En pocas páginas pero con testimonios lúcidos y estremecedores la Editorial Imperdible nos acerca a esas calles donde se libraron y, aún más silenciosamente, se siguen librando batallas cotidianas contra la precariedad, la exclusión laboral, el miedo a salir del armario o la necesidad de organizarse en una comunidad diversa alejada de imágenes únicas y ejemplarizantes, consumistas o en presupuestos sociales asimilacionistas, dictadas por los de siempre.

Antes de estrenarse la película “Stonewall” del colosalista y algo oportunista Ronald Emmerich ha suscitado controversia. Desde su tráiler parece un remake del correcto filme de Nigel Finch, con más presupuesto y glamour. Es en esta desactivación memorialista, tal vez bienintencionada, donde cobra importancia la voz de estas dos protagonistas que murieron viendo una comunidad gay inane e inocua para el capitalismo y el heteropatriarcado, donde las trans sin papeles o en la precariedad siguen sin figurar en ningún álbum de fotos a la moda. Desde luego el riesgo de Emmerich (que en principio tiene en sí un equipo moderadamente aceptable) es convertir “Stonewall” en una lucha cerrada y bendecida por las leyes oportunistas de Obama, en un gran acontecimiento como “La llegada a la Luna” o “El hundimiento del Titanic” olvidando que para mucha gente no fue y sigue sin ser una lucha glamumorosa ni la odisea de un chico rubio y joven del pueblo a la luminosa aunque todavía y LGTBfóba represiva New York y otros muchos lugares de EEUU. “La señorita Libertad Mentía” le dice La Miranda al protagonista en la versión, más modesta, de Nigel Finch.

Otro debate que se abre es como el mundo anglosajón y mas concreto EEUU se auto-presentan como paladines de los derechos civiles. El hecho de que el 1 de Mayo, el 8 de Marzo y el 28 de junio sean fiestas estadounidenses no les quita valor pero no fueron el origen de tanto como se piensa, al menos no tan origen. Las luchas por la libertad sexual, la emancipación de las mujeres y la mejora de las condiciones laborales no tienen una fecha de salida y ninguna película o ley de parejas o matrimonios les va a poner fecha de llegada. Basta con ver la homofobia renovada en Francia, el racismo en nuestras costas, las trans en los Centros de Internamiento para Extranjeros o el recorte en derechos sanitarios, sindicales y educativos. No está mal recordar todo esto pero no hay mucho que celebrar comparando con todo lo que hay que conquistar o reconquistar.
Eduardo Nabal Aragón