Reseña del libro “Acción Travesti Callejera Revolucionaria” en el periódico «Diagonal» nº 270.

Estrellas de la calle

Un libro rescata las acciones y vidas deMarsha P. Johnson y Sylvia Rivera, disidentes a la norma y participantes en el inicio de la lucha transexual en Nueva York en los años setenta.

     Putas, pobres, transexuales, revolucionarias, latinas, negras y reinonas callejeras. Son algunas palabras que sirven para situar a Sylvia Rivera yMarsha P. Johnson, protagonistas del libro Acción Travesti Callejera Revolucionaria (Ed. Imperdible, 2015), un compendio de entrevistas, discursos y manifiestos que documenta sus acciones a finales de los años sesenta y comienzos de los setenta en Nueva York.
Hostigadas por la Policía, cercadas por la miseria y enganchadas a las drogas, impulsaron S.T.A.R. (Street Transvestite Action Revolutionaries), un feroz proyecto en el que la insurrección de las más pobres, la exigencia de derechos civiles y la pura supervivencia de las prostitutas transgénero en las calles semezclaban en un cóctel explosivo de autogestión y acción directa.

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“Sylvia y Marsha fueron dos rebeldes atravesadas por multitud de opresiones de todo tipo, sumidas en lamiseria absoluta y viviendo una represión cotidiana. Y a pesar de todo –o, visto de otro modo, debido a esto– fueron capaces de articular una red con la que apoyar a las personas en sumisma situación, y a la vez servir de ariete con el que embestir a todo lo que las oprimía”, explican a Diagonal desde la editorial, que en noviembre de 2015 lanzó la segunda edición del libro, tras agotar la primera tirada de mil ejemplares. A finales de 2014 ya se había distribuido un fanzine, traducido del original en inglés por Peligrosidad Social, pero este formato libro incluye prólogo, apéndice y abundantes fotografías.
“La acogida del libro ha sido impresionante para una edición tan básica y una editorial tan nueva, y por tanto poco conocida, como es la nuestra”, aseguran en Imperdible. La primera aparición pública de S.T.A.R. tuvo lugar en 1970, durante la ocupación del rectorado de la Universidad de Nueva York por parte de activistas gays. Rivera y Johnson se conocían de las calles, de los clubes de drag queens y de mil batallas contra el hambre, el mono y el acoso policial.
En junio de 1969 habían participado en la revuelta en el bar Stonewall, que se toma como fecha clave en la lucha por los derechos homosexuales. “S.T.A.R. se creó para la gente gay callejera, para la gente sin hogar y para cualquiera que necesitase ayuda en cualquier momento”, afirma Rivera en una de las entrevistas que recoge el libro.
Una de sus acciones más relevantes fue la apertura de un centro de operaciones, al tiempo hogar y punto de acogida. “Nos hicimos con un edificio en el 213 Este de la calle 2”, recuerda Rivera. “Alimentábamos y vestíamos a la gente. Manteníamos el edificio en funcionamiento. Salíamos a prostituirnos en las calles y así pagábamos el alquiler. No queríamos que los chavales salieran a las calles a prostituirse, pero sí permitíamos que salieran a conseguir comida de forma no muy legal. Siempre había comida en la casa y todo el mundo lo pasaba bien”. En las reuniones de S.T.A.R. participaban unas treinta personas y como uno de sus primeros objetivos se encontraba “convencer a la gente de que deje de tomar drogas, porque una vez que están enganchadas es muy difícil mantenerlas fuera de las calles. Mucha gente se prostituye para financiar sus adicciones”, asegura Johnson en otra de las entrevistas.
La casa S.T.A.R. duró algo más de dos años, al igual que la actividad del colectivo. En 1973, las diferencias entre las transexuales callejeras neoyorquinas y un movimiento gay más enfocado hacia la integración se acentuaron con un incidente en el mitin del Día de la Liberación en el parque de Washington Square, cuando el discurso crítico de Rivera sobre los privilegios de clase y raza fue interrumpido bruscamente por la organización del acto.
Para la editorial, la actividad de S.T.A.R. resulta fundamental por su contribución a la creación de “una cultura trans y de las disidentes sexuales y de género en Estados Unidos que a día de hoy puede comprobarse. Si bien muchas de éstas han terminado en instituciones o colectivos LGTB subvencionados para que no se pasen de la raya, S.T.A.R. sigue siendo un referente para muchísimos colectivos de la órbita anarco-queer, como un ejemplo de insurgencia y radicalidad en temas de género y lucha política”. Como muestra, citan al colectivo estadounidense Bash Back! Denver, que en 2008 bautizó a su centro social ocupado como Marsha P. Johnson Squat Collective.
Johnson falleció en 1992, en circunstancias poco claras –su cadáver apareció flotando en el río Hudson. Diez años después lo haríaRivera, tras haber intentado restaurar S.T.A.R. en 2001.
Desde Imperdible las califican como “un auténtico ejemplo para toda persona que confronte con el estado de las cosas actual”, destacando entre sus logros la formación de “redes de apoyo mutuo efectivas, colaboración real con multitud de grupos disidentes, creación y mantenimiento de espacios políticos, politización y asistencia para personas marginadas y drogodependientes… una agenda que las convierte en dos personas impresionantes”

Jose Durán Rodríguez

Diagonal